Con miles de casos nuevos y muertes confirmadas a diario en todo el mundo, el nuevo coronavirus y la enfermedad que provoca, COVID-19, están impactando todos los rincones del planeta. Para detener el contagio, así como para manejar el pánico, evitar la falta de cuidado personal y en su debido momento retornar paulatinamente a la vida normal, es fundamental utilizar las herramientas de la economía del comportamiento para diseñar mensajes que sean sencillos y que motiven cambios adecuados en los comportamientos. Esta nota de política describe los sesgos conductuales que exhiben las personas durante la crisis y presenta recomendaciones sobre cómo superar estos sesgos. Aún más importante, ofrece guías prácticas para los gobiernos e infográficos listos para ser utilizados en la lucha contra esta pandemia.
Este documento ofrece una guía práctica para el diseño de comunicaciones e intervenciones informadas por la economía del comportamiento con el fin de contener el contagio de la COVID-19. ¿Cómo y con qué materiales hay que comunicar para contrarrestar los profundos sesgos de comportamiento que todos tenemos y que se acentúan en situaciones de estrés, cansancio e incertidumbre? ¿Cómo conseguir que las personas sigan las recomendaciones sanitarias cuando vuelvan a sus lugares de trabajo o estudio? Esta guía ayuda a responder estas preguntas y ofrece claves y ejemplos concretos de cómo las comunicaciones pueden promover un cambio de comportamiento.
The COVID-19 pandemic is a global crisis that has forced governments around the world to implement large-scale interventions such as school closures and national lockdowns.
Previous research has shown that partisanship plays a major role in explaining public attitudes towards these policies and beliefs about the severity of the crisis.
La pandemia de COVID-19 ha demostrado hasta qué punto la eficacia de las políticas públicas depende de la voluntad de los ciudadanos de adoptar medidas en las que los costos privados individuales superan los beneficios, pero los beneficios sociales superan los costos públicos.
Un ejemplo de externalidades positivas es el uso de aplicaciones de autodiagnóstico y de rastreo de contactos.
Desde el inicio de la pandemia de COVID-19 a principios de 2020, los conocimientos sobre cómo se puede prevenir la infección aumentaron considerablemente.
El distanciamiento social y el evitar las reuniones en lugares cerrados, por ejemplo, surgieron como algunos de los comportamientos preventivos más poderosos y eficaces.